"La Castañeda" 1963.- ¿De nuevo usted?; Bueno no me agrada estar dando entrevistas, no tengo un buen recuerdo de usted de la última vez que sólo estuvo preguntando temas muy vulgares, pero confío en su palabra que esto será más biográfico.
Mi historia se lo digo de una buena vez, es muy sufrida, marcada por la tragedia, eso me decía siempre mi madre, cacho de mala hembra, me culpaba porque mi padre nos había dejado, y yo siempre me pregunto ¿y qué va todo esto conmigo?, si desde que tengo uso de razón no le conozco al señor, no recuerdo de niña haber visto en la calle a mi padre, ni sé su nombre, jamás pregunté por él, imagínate si me ponía unas golpizas sólo porque algo le recordaba a él, yo siempre pensé que si me ponía a investigar me iba a tirar los dientes como mínimo.
Los hombre que ella recibía en la casa yo sabía que no eran mis padres, por la simple forma de presentarlos: "Ves Rosaura, esto si es un hombre no como tú padre". Yo hasta los ocho años pensaba que mi papá debió ser un perro, porque pues un perrito no es un humano, ya después vi que se refería a otra cosa.
Ja! Que claro que hubo de esos abusos, mi madre no los detenía, a veces ya estaba muy tomada, en otras ya muy cansada, pero ella les contestaba: "aquí las dos cooperamos para la casa", y que hagan de mi lo que quieran pues. Claro que es fuerte porque una no entiende la vida de porrazo, ya después la piel se hace gruesa y se termina el sentimiento, ya no sientes pues, pero todo cambió cuando llegué a los 14.
Yo pienso que a esa edad todas las mujeres somos hermosas, se huele diferente, y se empieza a sentir un instinto por la libertad, cada dia, cada noche, en ls calle, en el parque, en la casa, donde sea, pensaba en terminar con todo y largarme. Y que llega, esa noche como todas empezaron a llegar los señores todos tomados, yo estaba encerrada en mi cuartito, escuchando el golpe de los vasos y hielos, las carcajadas y gritos, hasta que abrieron la puerta, era ella que me invitaba a la mesa, con su sonrisa maliciosa, no sé me puse de pie, salí y ella adelante, vi la botella en la mesita y dije ahora es cuando, se la rompí en la cabeza con toda la fuerza que tenía, nadie me detuvo y a correr señorita con toda el alma.
¿Si vive? No lo sé tampoco me importa, yo nunca le busqué cómo podría, pero ella tampoco. Yo corrí y corrí pero ya me sentía lejos me reí a carcajadas, me sentí tan dichosa y no sé yo pienso que cuando uno se siente pleno todo se va acomodando, yo tenía en la cabeza que nada sería tan horrible como la casa de mi madre, y de tanto caminar de la nada ya estaba en la estación de tren.
Si pues ahí estuve unos días, nadie me dijo que me fuera o que no podía estar ahí, la gente que pasaba me aventaba una moneda y otros hasta un pan, yo creo que me veía espantosa y pues daba lástima, entonces conocí a Ramiro. Entre tanta gente que veía diario, nunca me tomé la molestia de observar que alguien me miraba, Ramiro fue quien me saco de la estación, él todo bueno tan divino, me llevo a su pieza, me dió de comer y un buen baño.
Ramiro vio en mí, lo que nadie, y fue el quien me lanzo al ruedo del espectáculo, me acuerdo mi primera presentación, las rodillas se me hicieron de ciervo recién nacido...
Me tomo la píldora ahora?
Bueno le seguimos, como te decía Ramiro pues poco a poco me fue integrando a su mundo, primero las carpas, algunas cantinas, ya los espectáculos de Cabaret y por fin llegó el teatro, no se si soy buena actriz pero de verdad me entregaba en el escenario.
¿Que fuimos él y yo? Lo fuimos todo, viví todo con él, amor, entrega, pasión y todos los sentimientos que trae la noche y la bohemia. Hasta que termine embarazada...
Cuando le di la noticia pensé que por fin seríamos una familia, que me abrazaría y me pediría mi mano... No pasó, sólo una mueca con un suspiro... A los cuatro meses nos fuimos a Cuba... Ahí hasta que me quitaron a mi bebé, Ramiro junto con una mulata... Ya no puedo, no puedo...
- Bueno ya la escuchó, así es todos los días, loca de remate, ya confirmado el diagnóstico de trastorno mental, sesiones con electro shocks, pero no avanzamos. ¿Tengo el gusto con?
- Mi nombre es Ramiro, Ramiro Cárdenas Corona.
- Usted es el dichoso Ramiro, el que causó este desastre...
- No y sí, la historia hasta la estación de tren es cierta, yo de ahí me la traje para acá, de eso ya cinco años, y pues vine a ver cómo seguía... Quería saber si seguía viva.
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