Pues esto es lo que viví y lo que sentí, fue un alivio el saber que eso pasó y que está muy lejos ya de mí. Debo explicar el cómo llegué hasta este punto. Una amiga mía de las épocas Universitarias me invitó muy amable a una fiesta programada para el aniversario número tres de su sobrina; quería darle la vuelta pero pensé que sería buena idea hasta para pasar a visitar a mi mamá.
Llegó el momento, mi madre como siempre pasó por mí a la terminal de autobuses, después de unas horas de un desayuno que se extendió hasta la tarde y de hasta poder ver también a mí hermana, vi la hora y le pedí a mi mamá que me acompañara a la dichosa fiesta.
Mi amiga me recibió con un abrazo muy fuerte, para mí ella es de las mejores personas que he conocido y la verdad la extrañaba después de dos años sin vernos. Platicamos un rato y me llevó a la mesa que me correspondía. Y ahí estaban...
(En la Universidad los cuatro éramos inseparables, decíamos que nos mudariamos juntos para buscar el progreso en otro lado. Decíamos que pondríamos nuestro propio negocio y todo sonaba y apuntaba a un grupo fuerte de emprendedores. Eso no pasó y no pasará. Eran buenos sueños pero los sueños, sueños son.)
... Fueron saludos fríos y nunca salió una charla profunda, por el contrario. Creo que las cosas se tornaron hasta un poco incómodas. Ya no había una conexión y creo que ni interés como pensé que seguiría. Eso si como ritual obligado nos tomamos la foto y me marché. Fueron solamente veinte minutos.
Cuando decidí cambiar de residencia no me despedí de muchos, sólo tres o cuatro amigos que pensé eran los más importantes. Ya para ese entonces tenía otras prioridades y nuevos amigos. Los tiempos de la Universidad se quedaban muy atrás.
Tengo conocidos que aprovechan Facebook o cualquier red social para exaltar su época universitaria o lo que llamamos "buenos tiemos", suben a la red sus fotos de lo que pasó; siguen haciendo o programando reuniones para seguir en contacto.
Yo soy de la idea que cada uno de nosotros tenemos un velero. Cada ser humano es el capitán y decide si tomar el timón o evadir esa responsabilidad. Como buen navío depende de varios factores para avanzar rápidamente o hasta quedar a la deriva. De igual manera hay pasajeros, los cuales pueden subir y bajar de acuerdo al puerto en el que nos encontramos. Seguramente tendremos gente que nos acompañe por bastante tiempo pero también habrá otros que se tengan que bajar.
Para mí es mejor permitirle a mis pasajeros dejar mi velero y no obligar su estadía. Antes de que bajen les agradezco su compañía y preferencia. Les recuerdo que posiblemente vuelvan a subir, con mucho cariño los recibiré a bordo. Pero prefiero que mi velero fluya, me agrada esa sensación de ligereza y también prefiero que puedan caber más pasajeros, que estén cómodos y no se sientan apretados.
Cada puerto ha sido bellísimo pero no me puedo quedar en uno solamente. Quiero conocer más y yo creo que alguien Todopoderoso será el que decida dónde y en qué punto desembarcar.
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