12 de febrero de 2022

JUGLAR

 Francia, 1371. 

Después de la guerra de los cien años, y los levantamientos que ya eran comunes, se podía notar ese sentimiento de esperanza en la plaza, donde la gente esperaba a escuchar las historias de nuestro juglar llamado Francisco, un chico rebelde e irreverente de 23 años. Él sentía que contando en sus canciones las historias que relataban en la taberna los soldados, o las canciones de amor de muchos trovadores, era su aportación para la comunidad, Francisco decía: 

- “Yo sólo regalo sonrisas para la gente que le hace falta” 

Un alma libre, aventurera que aunque vivía de los relatos de guerra, él nunca usó un arma, le cantaba al amor pero nunca se había enamorado de alguien, de ninguna doncella; y sin embargo podía transmitir el sentimiento las puro del amor. 

Cuando llegó a la plaza observó que guardias reales estaban dando un anuncio, necesitaban personal para las próximas festividades de la corte del rey Carlos V. Francisco pensó que ya era su momento de dejar atrás la caravana y vivir dentro de palacio, que aunque le encantaba ser un nómada y dar vida a las historias en su cabeza, sentía que ya era justo establecerse en un sitio, y que mejor que sea el palacio. Pero no será tan fácil la audición, por mucho aspiraba a limpiar caballerizas pero aprovecharía cualquier oportunidad para que lo escucharan cantar. 

Al llegar a las puertas de palacio quedó fascinado de la opulencia del lugar, pensó en que hubiera sido mejor idea conseguir mejores prendas para presentarse frente al rey, en ese momento salieron tres hombres acompañados con guardias, en el lugar llegaron cientos de personas, que se amotinaron para ser los primeros en pasar.

- “Las mujeres al lado derecho, solo mujeres al lado derecho, las llevarán a las cocinas para que les asignen la tarea o les den las gracias. Hombres en un momento viene el mayordomo real para evaluarlos” - anunciado esto, Francisco se llenó más de miedo que de dicha, pero por fin llegó el mayordomo y con una voz fuerte y tono autoritario dijo: “hombres fuertes y jóvenes que tengan oficio pasen a la izquierda ahí les asignarán sus tareas, los que no sean tan jóvenes o sin oficio muchas gracias se pueden retirar”. 

Francisco se quedó ahí parado, pensó que no tenía ningún oficio más que deambular de plaza en plaza para cantar, el mayordomo vio que había un hombre joven parado a mitad del patio y le dijo: “y tú te vas a quedar ahí parado, dije a la izquierda, ve a formarte”. Entonces se presentó en la fila y en ese momento se puso a cantar, narrando las victorias de Carlos V. 


Aquí es donde se encuentran por primera vez Tristán y Francisco, cuando bajó de su carruaje y escuchó la voz del juglar y decidió acompañarle con su cítara. Al terminar todos aplaudieron. Francisco que se quedó congelado al verse acompañado de un noble, sólo pudo hacer una reverencia para agradecer el aplauso sin quitar la mirada a Tristán, quien sin perder tiempo alzó la voz: - “Gracias a todos pero tenemos que seguir ensayando para las festividades”, tomo a Francisco del brazo y lo llevó hasta su pieza, dentro de palacio.

- ¿Quién es usted, por qué me ha traído hasta aquí?

- Las preguntas las debo de hacer yo, pero te responderé para que estés tranquilo, mi nombre es Tristán y formo parte de la corte de Carlos V, además soy el poeta y trovador favorito. Tienes mucho talento para cantar las historias épicas del rey, y creo que si yo te doy las letras de las historias de amor que tengo, podemos dar un gran espectáculo. No tenemos mucho tiempo y el rey quiere sorprender a sus invitados.

- Y en caso de no agradarles, ¿qué me deparará?, ¿me enseñaría a ser parte de la corte? Yo podría ir a las cocinas o a las caballerizas…

- Calla y cálmate, claro que yo te tengo que enseñar y no creas que no me di cuenta que eres un juglar, de la calle pero no es tan diferente, en la calle o en palacio todo es apariencia y por ahora date un buen baño, la ropa no creo sea problema porque creo somos de la misma talla, si alguien pregunta vienes del norte, y eres hijo de mi tía la gran Catalina.

- Disculpe pero no creo que usted deba de invertir tanto en alguien como yo, sin ganar nada, no es ser desconfiado pero la gente como usted siempre sacan provecho de gente como yo…

- Está bien, te diré la verdad, pero escucha primero, en algún momento fui el trovador y poeta de moda, escribí grandes historias de amor, el rey poco a poco se dejo de divertir o de encontrar entretenimiento en mis canciones, y me dejaron de invitar a las fiestas o a las grandes cenas en palacio, esta es mi gran oportunidad para volver, y si estimado Francisco, dependo de tu frescura para poder regresar a la corte, ¿satisfecho?

- Cuente conmigo señor.

- A la tina entonces, que cada minuto es oro, deja de hablarme de usted, que somos primos de ahora en adelante, me dices Tristán y sin reverencias. De ahora en adelante tenemos que vernos con mucha fraternidad, como si nos conociéramos de toda la vida. Mañana en la cena será nuestro debut y debemos dejar a toda la corte con ganas de más, en especial al Rey. Eso sí, los nobles son personas terribles y muy celosas de los aprecios del Rey, desde ya te aviso Francisco, hay que sobrevivir en Palacio, te aprenderás la historia de tus padres, tú papá murió en la guerra y tú mamá Catalina por su delicada salud se quedó encerrada en su castillo, te alejas del duque de Borgoña, lo evitas por favor, ese Felipe es una harpía. Ya te lo enseñaré y ahora si corre a la tina y dame esos trapos para quemarlos.

Tristán y Francisco se pasaron toda la tarde y toda la noche practicando las canciones que contaban lo grande que era Carlos V y el poder de Francia sobre otros reinados, también hicieron recitales con poemas de amor, que Tristán escribió de último momento, a la mañana pensaron en cómo vestirse para la gran cena, Francisco le compartió ideas para hacer pequeñas pausas y aprovechar con diálogos con humor tocando algunas verdades, así los nobles reirían y no caerían en lo aburrido.  

Llegó la cena esperada, los dos salieron para amenizar la cena, los nobles reían con los chistes que se contaban, aplaudiendo siempre las canciones que con sentimiento Francisco interpretaba… el Rey satisfecho se levantó a aplaudir al finalizar la participación de nuestros dos bohemios.  Lo habían logrado, Tristán tenía de nuevo el aprecio del Rey, y a partir de esa cena continuaron trabajando los dos en la corte, Francisco pudo aprender a leer y escribir, aprendía rápido, pudo encajar en la nobleza siempre y cuando no diera más detalles de su educación, sólo el pequeño fragmento que le había contado Tristán desde su primer encuentro. 

Todo marchando en miel para estos dos, pero alguien en la corte no estaba tan feliz por el nuevo integrante, Felipe de Borgoña sabía que alguno mentía y enfrente de todos sin reparo cuestionó a Tristán: 

- Con que él es tu primo, sabia que Catalina estaba delicada de salud pero hasta donde sabemos nunca tuvo hijos, cómo podría ser posible mi querido Tristán. 

- Querido Duque, como he sabido por todos aquí, mi tía Catalina por temas de salud y la pérdida de su esposo se quedó exiliada pero sólo los más allegados sabemos de la existencia de su hijo, el cual está aquí presente…. 

Y antes de que continuara Francisco empezó a temblar, de una forma descontrolada hasta que perdió el conocimiento y terminó en el piso, todos quedaron petrificados, y a empezar a gritar que estaba poseído por el mismo demonio. El Duque Felipe alzó más la voz: 

- Salgan de la sala, ahora ya sabemos del porque el éxito de estos dos, vendieron su alma a los infiernos, salgan por favor… 


Esa noche fue la última en que se vieron Tristán y Francisco, la gente del Santo Oficio no perdió tiempo, y aprovecharon este suceso para hacer notar su presencia e impotencia ante el pueblo. Los torturaron y posteriormente a la hoguera. Nadie preguntó ni cuestionó el acto, en el siglo XIV la epilepsia era un acto demoníaco. Aunque fue poco el tiempo sus canciones todavía las seguirían tocando en la corte, pero poco a poco se borraba la estela de quien las había compuesto.



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