1 de noviembre de 2021

Espejo Humeante

 I. La piel perfecta 

El día en que nació Naran los sacerdotes lo eligieron para entregarlo a Tezcatlipoca, dando la instrucción a la madre de cuidar que nunca tuviera un percance que dejara cicatrices o mancha alguna hasta llegar a los quince años cumplidos, dónde ya no cortará su cabello.

La madre de Naran con cierto sentimiento en el pecho, aceptó dicha tarea y orgullosa que a pesar de ser esclavos, tendrían para siempre la bendición del gran señor Teyocoyani (Tezcatlipoca).

Cuando me presentaron ante Naran, vi lo perfecto que era; entendí el porqué tenía que ser él, sus ojos aunque no tan grandes eran perfectos y de mirada penetrante. Brazos y piernas igual de fuertes como el tótem del gran señor. La espalda como un guerrero águila, así de cuerpo bien hecho por las estrellas. Pero jamás salió ni a trabajar la tierra o al campo de batalla, entonces entendí que Teyocoyani lo había elegido para representarlo aquí, tenerlo aquí para que podamos servir y alabar la maravilla de Tezcatlipoca.

- “Ikai tú cómo guerrero jaguar eres parte de los 12 acompañantes, tú deber es servir y proteger a Naran, en cuanto empiece la celebración”. 

Y aquí estoy, ante el gran dios, frente a la belleza pura de la creación. Un año para complacer y cuidar de este chico, espero soportar al momento que subamos al altar. Pero en ese instante, su mirada penetrante en mi, no pude evitar que mi pecho se emocionara de estar con él, sentí como mi miembro se ponía rígido, y tuve que respirar para no perder el control y arruinar la ceremonia. 

Solamente sonrió y cambió su mirada mientras le presentaban al resto, a pesar de eso, el alma me regresó y continué a su lado, con el orgullo que todos me miraban, como uno de los guardianes del Dios. Un año a su lado… amando y entregándome a la mas grande deidad en este plano.

II.  Nuestro Gran Árbol 

Llegó el momento de empezar con la celebración de acuerdo a lo acostumbrado, Naran se ve como su mismo nombre lo dice, un bello eclipse de Luna, un espectáculo para todos. Pero a mi me entra el sentimiento al estar ahí, compartiendo su atención; todavía recuerdo cuando niños yo tenía el privilegio de verlo y poderlo entrenar, por la noche siempre, ahí sin amenazas de los hombres y acompañados por la luna solamente, en nuestro árbol, donde dejábamos nuestras prendas para empezar los entrenamientos. Y ahora verlo con todas esas joyas y esas plumas como todo un dios, quisiera otra vez llevarlo a nuestro árbol y ocultarlo del emperador.


Todos los días tenía que ir por él, siempre al pendiente de su preparación.

- “Tooko ve con tu primo, y ya sabes que nadie los puede ver, lo entrenas, lo bañas y lo regresas a su pieza”.

Y así pasaron 15 largos años, respirando el mismo aire que el gran Dios, en la misma agua que el elegido, bajo las mismas lunas que salvaguardaron el amor a él. 

A pesar de mi corta edad, y que solo tenía seis años más que él, adopté mi papel de guardián, de guía, y sin querer de su amor. 

Para mí, mi primo lo fue todo, en este despertar que nos dan los dioses para conectarnos al crecer, yo no busqué compañera, mis padres no hicieron ningún compromiso para mí, más que estar a lado de Naran. 

Y mi corazón está partido en dos, viendo cómo llegan las doncellas escogidas para ser las esposas durante este año. Y no son las cuatro doncellas hermosas las que me lastiman, es la mirada de Naran que no se la quita a un guerrero jaguar, siento que alguien se lleva mi corazón, como si los cuatro soles le prendieran fuego al árbol que protegió nuestro amor, así como mato Tezcatlipoca a Quetzalcóatl.

III. Amor, Odio y Temor.

No hace falta presentarme ya, todos saben que represento a Tezcatlipoca aquí en la tierra, ya no recuerdo mi nombre verdadero ni mis propios gustos, solo toco la flauta y lanzo flores por las calles, los desdichados se acercan para pedir favores celestiales, y aunque la gente crea que soy muy dichoso por este privilegio brindado por él mismo dios, yo me siento vacío. 

Al principio creía que esto era un don; que estaba dentro del plan de los dioses, principalmente por el gran Teimatini (Tezcatlipoca). Pero ahora solo quiero arrancarme mis cabellos y despojarme de todas las prendas. Mis esposas no las quiero tocar más, al llegar la noche solo veo cómo se embriagan con los otros diez hombres que me sirven.  

Me voy a mi cama para refugiarme en los brazos de Tooko, como lo hacía hace diez años, y a pesar que lo sentía molesto con Ikai, ahora los dos son los únicos que no necesitan beber mieles de dioses para ser felices. Es entonces cuando retomo el compromiso con Teimatini; si yo me fugo podrían ser mi primo o el guerrero jaguar los que estén en el altar con el pecho abierto. 

Por este equilibrio en mi sueño, en mi noche con ellos dos y la luna que nos cobija, es que soporto día a día el fastidio de ser alguien que creo estar muy lejos de ser, pero el emperador y los sacerdotes son claros, necesitan de los favores del dios, por mi madre, mi dos hombres, y encontrarme en la luna estoy ya dispuesto a subir al templo y que me arranquen el corazón. 

IV. La Ultima Luna

Al salir los primeros rayos del sol Naran ya no tenía esa cabellera larga y brillante, Ikai y Tooko miraban las cara de su gran amor, un año que llegó a su fin, tantas noches con el, tocándole el corazón antes de que se lo entreguen a Teyocoyani (Tezcatlipoca). 

El tiempo no apremia y al sol no hay quien lo pueda detener; después de todos los recorridos y rituales, llegaron los tres hombres rendidos sin muchas fuerzas, al verse desnudos pareciera que las estrellas les compartieran esa chispa que da luz a la noche. 

Tooko besaba con desesperación a Naran, lo tocaba con una desesperación, pero se frenaba de golpe, recordaba que no podía dejar huellas o marcas, así sean por amor. Pero de momento tomo de los hombros a su primo y dijo:

- Naran muchas gracias por permitirme amarte, por enseñarme a ver el poder de la conexión entre los espíritus, por esto tan sagrado que tenemos. Mañana que ya estés en el sol con Teyocoyani cuida el sendero donde estaremos. 

Y ya no pudo seguir porque la voz se le cortaba y lo abrazó con tal fuerza que casi le quita la respiración. Entonces Naran contestó: 

- Cuando estés en nuestro árbol piensa que ahí está mi espíritu también y abrázalo con la misma fuerza de esta noche.

Entonces Naran se da la vuelta y les pide a los dos que lo penetren, hasta que depositen sus jugos del amor dentro de él. Tooko lo toma de las caderas y empieza hasta terminar. Cuando es el momento de Ikai les da de beber las mieles de los dioses para festejar la última noche con el dios. 

- Desde el primer instante que te vi, me enamore no solo de tu perfección sino de la magia que te acompaña, tan hipnotizante como la misma belleza de la luna. 

Dijo Ikai mientras lo besaba, recorrió primero sus labios, bajando por su pecho hasta su abdomen, quería guardar en su memoria su aroma y su sabor, bajo hasta su miembro y después le dio la vuelta para probar sus nalgas estimulando a Naran, con tal efecto sobre él que pudo entrar con mayor facilidad. 

Los tres hombres terminaron agotados y llenos de sudor después de una larga noche de sexo empedernido. Al amanecer y cuando la luz del día entró emprendieron camino para el último baño, antes de ir al templo a entregar a Naran con los sacerdotes.



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