Lo habían citado en las oficinas centrales, no era la primera ocasión que le asignaba una operación secreta de esta importancia.
- Sabes ya de que se trata esta investigación, ahí está el expediente, tienes el presupuesto abierto para tu investigación.
Él abrió el expediente y vió las fotografías del susodicho, y pensó:
"Parece un buen chico, que desperdicio de hombre, tan guapo y tan buscado".
- ¿Qué opinas? Es un hacker, concentra todas las finanzas de la mafia, tenemos averiguaciones que van a dar un golpe a los bancos, junto a las cuentas de algunos magnates. Pero tú nos vas a entregar a esta joya, ¿verdad?.
- Déjalo en mis manos, esta gente es escurridiza pero no invisible.
Salió
con el expediente en las manos y contemplando la fotografía, el rostro se le hacía algo familiar, pero por mucho que hacía memoria no daba con él. Por fin regresando hasta la infancia, recordó ese campamento de verano y aquel niño que protagonizó junto a él su primer encuentro homosexual, ese beso arrebatado lleno de inocencia.
Qué complicado caso, pero tenía tantas ganas de volver a saber de él, en caso que realmente fuera el niño de su recuerdo, y si no pues el conocerlo ya sería una ganancia.
Pero el pensamiento que oprimía su pecho era el de fingir, ser todo el tiempo el agente recto y respetable, pero sentía algo por aquel jóven, se sentía atrapado por la fotografía, sólo la veía y ya sentía un poco de libertad.
Tomo aire y se dirigió a su casa, tenía que pensar muy bien en su plan, claro también a su corazón.
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