Al bajar del carruaje ya estaba un fraile dominico esperándolo, Guillermo le extendió la mano para apoyarlo a bajar y de inmediato se presentó, él estaría apoyándolo como escribano y adjunto, cosa que tranquilizaba al obispo, los nervios y su falta de experiencia como inquisidor lo ponían muy alterado,
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Guillero lo acompañó a que se instalara, posteriormente fueron a los alimentos con los demás frailes del convento. Las capturas y acusaciones no se hicieron esperar, primer caso: brujería. Taddeo se levantó y pidió un permiso para retirarse de la mesa, y Guillermo atrás de él.
Al llegar al calabozo el carcelero los acompañó hasta llegar a la celda donde se encontraba la acusada, a la cual los torturadores ya tenían atada para iniciar con el proceso de interrogación. Taddeo estaba mareado por el aroma fétido de las instalaciones en las que se encontraba, con un pañuelo en la mano tapó su boca y nariz para soportar un poco el hedor. Guillermo por su parte daba lectura sobre los cargos, a los que la mujer se declaraba inocente, se quedó encarcelada bajo sospecha de mentir, al día siguiente sería su juicio.
Después de una noche larga de tortura en el potro y pinzas, la mujer se declaro culpable, y la hoguera estaba más que puesta a las primeras horas de la madrugada. Taddeo sabía que era algo sucio y repugnante su trabajo, pensaba que cualquier persona bajo esa presión se declararía culpable hasta de intentar matar al Santo Padre.
Los meses pasaban y así como el primer día, las cosas se repetían, un sospechoso, dos testigos, tortura, o en ocasiones declaraciones de culpable desde un inicio, (Taddeo y Guillermo coincidían que eran personas que ya sabían su final, y mejor se daban por muertas para no prolongar el sufrimiento y desdicha), la sentencia y el espectáculo público. Todos los casos llegaban, desde la esposa adultera, el pagano con costumbres arraigadas, la brujería, invocaciones al Demonio, exceso de juego y vicios, falta de disciplina para con la Iglesia, y HOMOSEXUALIDAD.
Con algo no contaban estos representantes del Santo Oficio, Guillermo día a día se encariñaba más con su mentor, lo veía en ocasiones flaquear ante las tareas encomendadas, lo procuraba más allá de sus posibilidades, Taddeo se daba cuenta que la mirada de su compañero ya no era servicial, sino con un amor como el que más, pero tampoco dijo nada en contra, simplemente a él le encantaba las atenciones que tenía Guillermo.
Poco a poco se fue cambiando el acercamiento entre ambos, por las noches fue mas notorio, cuando Guillermo entraba al cuarto del Obispo, claro normal porque le llevaba un poco de vino para que pudiera conciliar el sueño después de un día tan intenso. Hacer oraciones juntos y después ayudarlo a ponerse las prendas para dormir, esa era su parte favorita.
Taddeo le pedía a Guillermo que no se fuera tan rápido, que se fuera hasta verlo dormido, lo invitaba un momento a su cama, acomodaba su cabeza en sus piernas, y mientras el fraile le tocaba el cabello. La convivencia de todos los días, el tener las mismas ganas de hacer cumplir su responsabilidad en la región, el ser cómplices ante el tribunal en los casos que podían frenar. Guillermo sentía tanta admiración por el obispo, que esa admiración alimentaba más ese amor por el.
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Y en ese instante el guardia junto con otros frailes entraron a la recámara para poder hablar con el obispo de forma urgente. El aire helado se hizo sentir, estaban congelados ahí ante los ojos de los demás. Taddeo y Guillermo tenían la misma pregunta en la cabeza: ¿Nadie puso llave en la recámara?
Taddeo de una forma tenaz, solo alzo la voz para decir: "Saquen a este fraile abusivo" "Guillermo entró con el demonio en el cuerpo, empujándolo a actos homosexuales" "encierren a esta bestia"
Guillermo no entendía lo que estaba pasando, llorar era la única fuga a su sentir, sus compañeros frailes lo agarraron de los brazos, forcejeaban, pero Guillermo recordó su primer juicio, y como la bruja, se dio por vencido. De inmediato Taddeo para no levantar alguna sospecha sobre su verdadera inclinación, dio la orden del traslado al calabozo para Guillermo. Su corazón latía rápido, pero el miedo al máximo tribunal, que en caso llegara a enterarse de que ese beso era mas real que el poder del espíritu Santo. Claro que no lo quería asumir, prefería como un Judas lavarse las manos y entregar a Guillermo, mientras tanto los demás frailes discutía por la supuesta poseción a su hermano. Decían que esto había pasado por alejarse de la oración y estar expuesto a tanto criminal hereje, agregaban más escenas a lo que realmente visto, hablaban que tenía el miembro sobre la cara del Ovispo, mientras éste se encontraba inconciente, y había rastros de rituales de invocación al caballero obscuro, todas las historias que se habían hecho ya ensambladas una sobre otra, de una imagen que fue menos de un minuto y que no todos alcanzaron a apreciar.
Dos días y la historia ya estaba en manos de Inquisición pontífica, un hecho era que no se podía hacer un juicio público, ya que restaría poder y autoridad del obispo para los demás. Por órdenes del Papa, el fraile dominico sólo tendría una condena, morir encerrado en LA DAMA DE HIERRO.
Golpeado, con hambre, frío, esa sensación de ser olvidado por Dios, reprochándose el no haber podido controlar su instinto... de la forma en que Taddeo se quito de en medio para protegerlo... pero Llego el momento, Taddeo junto con otros miembros de la corte, sólo tres, enfrente de él, sólo para decirle la sentencia, lo vendaron, y no le permitieron dar ni una sola palabra. Guillermo sabía que tenía que callar, que era su último acto con la dignidad que había olvidado.
Alistado el sarcófago, lo instalaron dentro, Taddeo solo hacía las oraciones para no ver lo que le deparaba a ese hombre, que lo procuró, que lo tapo cuando lo necesitaba, a él que era lo más cercano que había sentido del amor... y el sarcófago se cerró.
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