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Maya y Armajo se conocen en un viaje, recorren juntos el castillo surrealista de Edward James en Xilitla, penetran la selva media hasta el sótano de las golondrinas. En el campamento, después de cenar, se tocan. Caminan tomados de la mano -en los claroscuros de la noche- por la orilla del río Micos. Se besan. Se juran amor eterno. Se desean. Entran a la cabaña de Armajo. Se dan el cuerpo a la luz de la luna. Se dan sudor. Se dan el alma. Se dan amor eterno. Por la mañana -muy temprano- ella sale de la cabaña. Se han dado todo… menos números telefónico ni citas posteriores.
J. Arce
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